Un Proyecto de Vicente (Tex) Hernandez

Menos Metas, Más Valores

Hemos descubierto y, en cierta medida, creemos que los principios básicos de la gestión —como el liderazgo, la comunicación, el desarrollo de nuestra potencialidad, la habilidad en la resolución de problemas, la gestión financiera y la planificación— pueden ayudarnos a ser personas mejores y más plenas. Hay algo de cierto en esto. Las habilidades de gestión, sin duda, nos ayudan a llegar al éxito, pero no satisfacen, no nos llevan a la auténtica felicidad.

GESTIÓN DE LA VIDA

TH

8/19/20255 min leer

La anatomía del Homo sapiens era muy parecida a la nuestra. El ancestro más antiguo que conocemos fue descubierto en 1960 en Jebel Irhoud, Marruecos, durante una exploración minera que accidentalmente reveló restos humanos fosilizados. La edad de los restos encontrados se evaluó inicialmente en solo 40.000 años, pero métodos de datación por radiocarbono más recientes les han dado la impresionante edad, francamente sorprendente, de 300.000 años. Del estilo de vida de hace 300.000 años conocemos poco o nada, permaneciendo como un misterio.

¿Cuáles fueron los desafíos en la vida del Homo sapiens? Probablemente, su vida no fue muy diferente de la nuestra (difícil de creer, ¿verdad?), aunque el entorno en el que vivió hizo que sus circunstancias fueran únicas considerando los más modernos estándares. Otros depósitos fosilizados más recientes han descubierto comunidades que hablan por sí mismas, sugiriendo comportamientos y costumbres más actuales.

El Homo sapiens se dedicaría a actividades como la recolección y el almacenamiento de alimentos, la defensa de la familia en ambientes hostiles frecuentemente visitados por depredadores, la búsqueda o la construcción de refugio para protegerse del clima, la agrupación en comunidades y la toma de decisiones sobre inmigración que mejoraran sus condiciones de vida y aseguraran un futuro incierto. Nuestros ancestros planearían y diseñarían vida y futuro dentro de los límites de sus capacidades y las de su comunidad. En este sentido, sus metas y sus objetivos no serían muy diferentes de los que aspiramos a alcanzar en nuestras propias vidas. Estas similitudes nos llevan a concluir que los cimientos del mundo moderno, tal como lo conocemos hoy, se remontan a las cuevas y campos del Paleolítico Superior.

Podríamos decir que las circunstancias actuales hacen los desafíos de la vida moderna más exigentes, aunque atractivos y tolerantes, que los que enfrentaban al hombre de Jebel con su ambiente. Por ejemplo, hoy en día, se requiere una especialización extrema. Las asociaciones profesionales y los servicios públicos demandan certificaciones que apenas hace unos años nunca se habían requerido—un simple puesto de comida en una feria anual ahora requiere un certificado de salud pública. La interacción con personas de diferentes idiomas, razas, países y orígenes culturales convierte nuestras habilidades comunicativas en un verdadero desafío. La abrumadora avalancha de datos, información y opiniones que los medios de comunicación proporcionan—en una inagotable variedad de plataformas—hace su asimilación casi imposible. Las demandas de rendimiento en el trabajo, ignorando horarios y salud física o mental, están convirtiendo cada empleo en una pesadilla. El enfoque en dinero, poder y placer hace que la gente sea más egoísta y egocéntrica, desviando la atención de valores tan importantes como el amor, la amistad y la familia.

La sociedad actual implora con urgencia ayuda. Muchos han oído esta señal de socorro ofreciendo consejo y apoyo. Así, a través de las contribuciones que los nuevos autores ofrecen, está surgiendo una nueva disciplina que se podría llamar Life Management o Gestión de la Vida. Entre los temas más populares encontramos autores que nos animan a encontrar La Magia del Orden (Marie Kondo), que sugieren 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva (Stephen Covey), que nos dicen, Organízate con Eficacia (David Allen), que nos enseñan a Ganar Amigos e Influir sobre las Personas (Dale Carnegie), que nos animan a imitar al Monje que Vendió su Ferrari (Robin Sharma), y muchos más especialistas, con una rica variedad de títulos sobre el mismo tema.

Hemos descubierto y, en cierta medida, creemos que los principios básicos de la gestión —como el liderazgo, la comunicación, el desarrollo de nuestra potencialidad, la habilidad en la resolución de problemas, la gestión financiera y la planificación— pueden ayudarnos a ser personas mejores y más plenas. Hay algo de cierto en esto. Las habilidades de gestión, sin duda, nos ayudan a llegar al éxito, pero no satisfacen, no nos llevan a la auténtica felicidad. La felicidad reside en el equilibrio, en descubrir el significado y el sentido de lo que hacemos, en escoger lo que es verdaderamente importante en nuestra vida—el tema central que exploramos en estas páginas.

Las habilidades directivas, ante todo, subrayan la importancia de aprovechar al máximo nuestro tiempo. Este principio universal plantea una pregunta esencial: ¿los objetivos que nos fijamos valen realmente la pena? ¿Estamos perdiendo el tiempo? Gastamos años y años en tareas que solo nos brindan una satisfacción pasajera. Quizá no lleguemos a darnos cuenta de que, en cierto modo, nuestra vida ha carecido de sentido hasta que al retirarnos dispongamos por fin del tiempo necesario para reflexionar sobre ella. Qué pena.

Es fundamental establecer una Gestión de la Vida a tiempo. La Gestión de la Vida no consiste únicamente en administrar proyectos personales; es más. Es un enfoque holístico que integra todos los aspectos de la existencia: lo personal, lo profesional, lo financiero, la salud, la familia y las relaciones.

Es una estrategia para equilibrar y mejorar en todas las áreas, lograr el bienestar y llegar a una plenitud. Implica reflexionar sobre nuestras decisiones y tomar la iniciativa para alcanzar nuestras aspiraciones y sueños. Para ello, nos apoyamos en habilidades esenciales como la gestión del tiempo, la delineación de metas, el manejo del estrés y la autodisciplina.

En nuestro proceso de planificación es importante dar un paso más: preguntarnos por el verdadero valor de lo que buscamos. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de fijarnos metas sin fin, alcanzarlas una tras otra, pero, en el fondo, no avanzar, como quien persigue espejismos o sueña dentro de otro sueño. Por eso conviene organizar nuestros objetivos en Áreas de Interés, revisándolos y ajustándolos continuamente según lo que sea más valioso y significativo dentro de nuestros planes.

Concluimos que la importancia y la relevancia se adquieren dentro de lo que podríamos llamar Contexto: el estado civil, nuestras responsabilidades, en relación con la posición que ocupamos. Todas las demás áreas de interés actúan como la base del Contexto, que representamos en la elección de los objetivos más significativos. Estos objetivos se agrupan en tres grupos adicionales que complementan las cuatro Áreas de Interés: Evaluación, Seguridad y Capacidad.

(1) Contexto: sentido y dirección; los valores que dan importancia a nuestra vida.

(2) Evaluación: los recursos con los que contamos y las oportunidades que se nos ofrecen.

(3) Seguridad: las preparaciones que debemos hacer para asegurar el futuro.

(4) Capacidad: las habilidades que poseemos y las que necesitamos para alcanzar nuestros objetivos.

Para alinear eficazmente nuestros esfuerzos con nuestros objetivos, debemos reflexionar sobre los componentes de cada área, desglosándolos en metas concretas que nos permitan avanzar paso a paso.

El libro titulado What Are My Chances? proporciona herramientas encaminadas a facilitar el trabajo en la selección de los objetivos propuestos arriba, como por ejemplo modelos de finanzas personales que ayudan a entender inversión, presupuesto y deuda. El libro incluye otros modelos sencillos y lógicos encaminados a identificar y analizar tus objetivos.

De su lectura, no esperes complicaciones.

Lo fundamental es dar importancia a esas pequeñas cosas que hacen nuestra vida más valiosa.