Un Proyecto de Vicente (Tex) Hernandez
El Juego Homosexual
¿Podemos llamarlo un juego? ¿Son los jugadores simples peones? ¿Quién mueve las piezas? ¿Qué es realmente la homosexualidad? ¿Qué verdades estamos dejando de lado? ¿Es nuestra percepción de la homosexualidad moldeada deliberadamente? Estas inquietudes requieren una mirada honesta, una disposición real a escuchar lo que incomoda, a cuestionar lo que damos por sentado, y a abrir espacio para encontrar las respuestas necesarias.
GÉNERO, SEXUALIDAD E IDENTIDAD
TH
8/19/20255 min leer


Es fácil dejarse llevar por la corriente para evitar confrontaciones o cuestiones incomodas. Las controversias sobre la homosexualidad no han surgido de manera natural. Los promotores cuentan con recursos inagotables respaldados por una minoría influyente y acomodada, decidida a defender posturas convenientes, extremas y controvertidas. Simultáneamente, vemos que empieza a tomar forma una oposición en desacuerdo, aunque aún no ha logrado articular argumentos sólidos que respalden su postura.
Entre estos polos opuestos hay víctimas confundidas —muchas de ellas jóvenes e incluso niños— que se preguntan quiénes son, que cuestionan la integridad de sus valores y de su constitución física, sin saber que esperar o a que atenerse. A ellas va dirigido este blog, con la esperanza de ofrecerles claridad, inspiración y base.
¿Qué entendemos por homosexualidad? La homosexualidad se define como la atracción sexual, romántica, que llevan a un comportamiento íntimo, sexual, entre personas del mismo sexo o género. Sin embargo, los estereotipos afeminados o las chicas masculinas, las preferencias no convencionales, los gustos personales diferentes, e incluso los vínculos afectivos intensos entre amigos no definen por sí a un homosexual. Es el comportamiento sexual lo que lo define.
Hay muchas circunstancias que pueden llevar a alguien, sin quererlo, a adoptar gestos o actitudes comúnmente asociadas con el sexo opuesto. Es importante subrayar que esto no constituye homosexualidad. Factores como el entorno familiar —el tipo de relación con los padres, la negligencia afectiva o la ausencia de ternura cuando más se necesita, la protección desmedida, el control disfrazado de afecto, la ausencia de una o las dos figuras paternas, la inseguridad frecuentemente causada por la presión académica— pueden generar confusión invitando a un cambio de identidad o de género.
Otro foco de confusión proviene de ciertos perfiles de personalidad. Algunos individuos, por ejemplo, pueden mostrar una baja autoestima, una emotividad intensa, la necesidad física de afecto, el apego excesivo o la dificultad para regular sus emociones. En particular, los artistas podrían interpretar erróneamente su atracción hacia personas del mismo sexo como homosexual, cuando en realidad se trata de una sensibilidad estética. Bien orientadas, estas inclinaciones pueden convertirse en oportunidades de crecimiento personal. Lo que se necesita es comprensión y una orientación adecuada: abrirse a quien realmente puede ayudar. En otros casos, estas heridas emocionales han sido causadas por experiencias sexuales traumáticas serias que requieren atención y cura.
Todas estas situaciones están especialmente afectadas por la influencia de entornos socioculturales que promueven el hipererotismo, el hedonismo, el relativismo o la ideología de género, llevando a la promiscuidad y la homosexualidad, especialmente cuando estas conductas se presentan como tendencias modernas, casi como un juego.


¿Pero qué significa el “juego homosexual”? Tal vez nunca lo hayas considerado así, pero ¿por qué no? Un juego es algo artificial, diseñado para el beneficio de sus participantes. En ese sentido, la actual tendencia cultural hacia un estilo de vida homosexual puede considerarse artificial, sobre todo si carece de base biológica.
Es importante subrayar que, hasta ahora, no se ha llegado a identificar ningún “cromosoma homosexual”, como tampoco ninguna mutación genética viable que asegure y soporte el fenómeno homosexual. Investigadores serios —aunque las motivaciones de algunos son dudosas— siguen afirmando: “Puede y debe existir una base biológica, pero hasta ahora no la hemos encontrado”.
Lo que sí se han identificado son factores que contribuyen a la homosexualidad: desequilibrios hormonales, trastornos de salud mental, efectos nocivos de ciertas substancias, presencia de estrógenos en productos de consumo, pornografía y adicción al sexo, consumo de drogas, y elementos culturales como la ignorancia, la alienación y la presión social.


Es probable que conozcas o que hayas oído hablar de la Teoría Queer, que ha ganado popularidad, especialmente entre los jóvenes. Aunque se difunde ampliamente, sus fundamentos se derivan del constructivismo social y de ciertas corrientes del pensamiento progresista contemporáneo.
La Teoría Queer cuestiona la idea de que el género y la sexualidad son categorías fijas y binarias—mujer y hombre. Al carecer de una base biológica, esta teoría sostiene que nuestros sentimientos, pensamientos y creencias pueden definir la realidad personal. En consecuencia, algunas personas optan por asistencia médica—incluso quirúrgica—para adaptar su cuerpo a la vivencia subjetiva de su identidad de género.
Sin embargo, se suele pasar por alto que una disociación de la realidad es una condición mental, con consecuencias psíquicas muy serias. En psiquiatría, los trastornos que implican una ruptura con la realidad —como los delirios o el desapego— se clasifican como trastornos psicóticos. Estas corrientes ideológicas actuales reflejan patrones similares de desconexión. Para hacerse una idea de su seriedad, debemos referirnos, por ejemplo, a la esquizofrenia, caracterizada por pensamientos desorganizados y creencias falsas, y el trastorno esquizoafectivo, que combina síntomas psicóticos con alteraciones del estado de ánimo. Todas estas son manifestaciones de enfermedades clínicas.
Esto debería servir como advertencia para quienes adoptan sin cuestionar teorías constructivistas y posmodernas: la disociación de la realidad es una condición seria. Quienes la padecen terminan emocionalmente inestables, incapaces de relacionarse con los demás, atrapados en una psicosis donde se sienten aislados y malinterpretados.


Alejandro Magno y Julio César eran sexualmente fluidos: hombres, soldados, conquistadores. No defendieron derechos especiales ni buscaron inclusión por su orientación. Vivieron conforme a la cultura primitiva de su tiempo, pero nunca se plantearon alterar su condicionamiento físico.
Animemos a quienes se sienten marginados o rechazados por su homosexualidad a encontrar otra vez su auténtica identidad esforzándose en vivir como hombres y mujeres, de acuerdo con su constitución física en lugar de alejándose de ella. Este esfuerzo que para algunos es inconcebible necesita resolución y acompañamiento. Sin esa base, quizá nunca encuentren paz. Perseguir una realidad ficticia puede llevar a la desesperación.
La vida es más grande que el deseo sexual.


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